Gaius Sentari FlavourText /2
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RigwaldGlyph2 NPCTextAudio | En algún momento creí que los nos los niños nacían con ojos puros, libres de crueldad y malicia. Que es la vida la que te enseña a odiar, a golpear a otros a causa de la ira y el miedo. Pero cuando miré a los ojos a Gaius Sentari, no encontré ira. No encontré odio. No pude inferir ninguna historia de injusticia infligida a la joven inocencia. No vi ningún muro construido a partir del sufrimiento y la pena. En cambio, fui contemplado como un mercader contemplaría a las bestias de carga en un mercado. Mis compatriotas y yo fuimos contados, pesados, y asignados por el Gobernador Sentari. Este hombre a las minas. Esta mujer a los molinos. Este niño a las calles de Sarn, para ser explotado y azotado hasta el día en el que su sangre se drene hacia las alcantarillas de esa desdichada ciudad. Y aquellos que se resistían, aquellos que pedían ser tratados como cualquier otra cosa distinta de animales, eran despellejados y descuartizados, junto a una docena de sus parientes. No temas al hombre codicioso. Teme al hombre que odia. Teme al hombre que no siente nada en absoluto. - Rigwald, el Rey Lobo |
RigwaldGlyph3 NPCTextAudio | Los colores y estandartes de cien clanes, esparcidos de la misma manera que las flores salvajes se esparcen a través de las praderas de Glargarryn. Miles de hombres y mujeres, hambrientos, pobres, armados con hachas oxidadas y arcos de caza, mirando a través de aquel campo, con el coraje de la desesperación a la legión imperial desplegada contra ellos. Soldados resplandeciendo con bronce y acero. Hombres entrenados y curtidos. Sus pulidos escudos formando un muro de disciplina y determinación contra los avances de mi heterogénea multitud. “Yo canto, despotrico y deliro”, les dije, “¡pero hoy, hermanos, mi espada es mi voz!” Nos estrellamos contra esa legión como olas contra un acantilado. Nos repelieron una y otra vez. Los verdes campos se tornaron marrones y rojos con el barro fruto del esfuerzo y la sangre de la guerra. ¿Pero qué puede hacer un esclavo al respecto? ¿Sufrir la prolongada muerte de la mina y el molino, u ofrecer el regalo de su vida a su gente en un momento brillante y glorioso? Para los hombres y mujeres que me siguieron a la batalla, la elección fue sencilla. Tres Ezomitas cayeron por cada Eterno y aún así el coraje de mi pueblo derribó aquel pulido muro, rebanó el brazo fuerte del Imperio con una oxidada hacha de leñador. Gaius Sentari corrió por su miserable vida. Llamé al Gran lobo para que me asistiera, para que me diese el rastro de aquel zorro que se daba a la fuga. A pesar de que la caza fue rápida, me tomé el tiempo para asegurarme de que Gaius sintiera una pequeña porción del sufrimiento que había infligido antes de aceptar su ruego de compasión. - Rigwald, el Rey Lobo |