El arquitecto del tesoro reunió todos los fragmentos de la historia vaal que pudo, con la esperanza de preservarlos ante el fin. Ella le permitió hacerlo, pues también servía a sus propósitos.

El arquitecto de la destrucción garantizó su propia muerte en una explosión "accidental". Ella ordenó que reunieran sus fragmentos, para reconstruirlo y hacerlo trascender. La muerte no era una escapatoria.

El arquitecto del nexo propuso el Templo de Atzoatl como un prototipo. Pensaba que el proyecto lo mantendría a salvo. En lugar de eso, lo único que consiguió fue construir otro centro de poder para ella.

El arquitecto de la expansión siempre estaba distante, trabajando en proyectos en la frontera del imperio. Sus excusas se terminaron cuando a su hija... le dieron... un puesto en el Templo real.

El arquitecto del poder decidió sumergirse en su trabajo, para buscar la libertad de la mente. Pero ella lo siguió hasta allí; aprendió las teorías, para asegurarse de que no se desviara de su propósito.

El arquitecto de la hermandad estaba encantado de crear una fuente continua de abalorios y baratijas con las que distraer a la Reina pero, realmente, ella apenas miraba ninguna de ellas.

El arquitecto de la cámara suplicó a nobles y pretendientes que dejaran de enviarle tesoros a la Reina. No podría irse a casa hasta que completara su tarea...